Mis
amigos hubieran sido, en cualquier otro momento de mi vida, aquellas personas,
compañeros o tan solo conocidos, que compartieron algún momento importante conmigo.
Pero hace ya un par de años, dejé de creer en ellos al darme cuenta de que la
mayor parte de mi vida había estado fingiendo conocer a alguien a quien no
conocía. Desde ese momento la palabra “amigo” desapareció de mi vocabulario.
Hoy
en día puedo pasar grandes momentos con un único compañero, que solo es único
durante un tiempo, pues luego la emoción se acaba, se conoce el desenlace y
nuestra relación llega a su final. Es entonces cuando ese amigo se coloca en la
estantería de siempre, mezclándose entre mis amigos anteriores y mis amigos que
aún son nuevos, y que llegarán a ser íntimos algún día.
Mis
amigos, actualmente, no son más que los cientos de libros que guardo en la
pequeña biblioteca de mi casa y, quizás a veces, sólo a veces, aquellos que
encuentro en alguna librería y que llaman mi atención por el autor que da vida
a esa historia, que me enamora, que me emociona, que hace que me sienta en una realidad
diferente, que me transporta a mundos y situaciones que envidio porque sé que
nunca voy a tener, que consigue hacer que me enamore de sus personajes, que me
conecta con ellos y que siempre, siempre
hasta hoy en día, acaba con ese momento de silencio y de alegría seguida de
tristeza, cuando llega a su final.
...entre Neruda y Víctor Català... |
No hay comentarios:
Publicar un comentario